El primer Dead Space llegó en una época en la que los survival horror estaban muy deteriorados. Con Resident Evil 4 como mayor exponente de la saga de Capcom y Silent Hill perdido en el olvido, la saga del ingeniero Isaac Clarke llegó para darnos un soplo de aire fresco y, a la vez, recordarnos qué se sentía cuando no tenías nada más que un arma escasa de munición y oías lo que parecía ser una bestia asesina a la vuelta de la esquina.
Aquí no se trata de disparar sin sentido hasta acabar con todos los monstruos. EA se sacó de la manga un sistema nuevo en el que debíamos disparar a las extremidades de los enemigos hasta desmembrarlos. Esa era la forma más efectiva de acabar con ellos, y si bien podíamos matarlos de la manera común, es decir, vaciandoles un cargador en el pecho, esa no era una forma muy inteligente de actuar ya que gastaríamos el triple de balas.
Y aquí entraba la cortadora de plasma, el arma estrella del juego. Un útil artilugio que hacía que el desmembramiento fuese mucho más fácil al disparar láseres cortantes en vertical u horizontal, según nuestro deseo.
Isaac encontraría más armas en su viaje pero la cortadora es la que le resultaría más útil. Así como diversas mejoras para su traje. Con un conveniente sistema de guardado de objetos, similar a los baúles de los RE clásicos, podíamos guardar objetos, comprar, vender y ponernos nuestro nuevo traje si es que tenemos bastante dinero para comprarlo. Dead Space era un juego sumamente cuidado. Su apartado técnico era de lo mejor de la época, con unos escenarios muy bien diseñados. Lúgubres, tétricos y amenazantes.Todo estaba preparado para que no nos sintiésemos cómodos durante la estancia y vaya si lo conseguía.
Durante el juego encontrábamos puzzles sencillos pero que hacían que la aventura fuese variada y divertida. La mayoría nos reclamaba el uso del dispositivo ralentizador, un artilugio que nos permitía paralizar a los enemigos unos segundos, así como coger objetos a distancia y mantenerlos en el aire. Nada que nos llevase de cabeza mucho tiempo pero se agradece.
En DS2 se optó por un enfoque algo más acusado a la acción y las escenas cinematográficas pero seguía respetando la esencia del original. Aquí se profundizó más en la vida y sentimientos personales de Isaac. Además de que hablaba y le veíamos la cara, cosa que no hicimos en el primero hasta el final del juego. Los puzzles se mantenían pero ahora la acción cobraba más sentido con la inclusión de armas nuevas y la posibilidad de empalar a los enemigos con sus propias extremidades.
Los gráficos mejoraron aunque nada demasiado notorio. Seguían siendo excelentes.
Finalmente, para DS3, se cambiaron bastantes cosas. Técnicamente seguía siendo excelente. Con unos escenarios increíblemente detallados y que invitaban al nerviosismo cada vez que oíamos un gruñido de fondo. Ahora el sistema de banco de objetos ha cambiado completamente. Se sigue pudiendo almacenar y comprar y vender objetos, pero ahora hay que construir las armas y mejoras con objetos que vamos encontrando por ahí, o los que nos traen los robots buscadores.
Se incluyeron las misiones secundarias y los trajes pasaron a ser meramente estéticos, pues las mejoras se compartían. Esta es la entrega en la que más énfasis se hace en la vida y pensamientos de Clarke, mostrando una trama más predominada por su relación con los otros personajes y cómo colaboran para salir de un planeta gélido, manteniendo las escenas de acción que se incluyeron en el 2 pero potenciándolas.
En resumen, mi favorito en lo personal es el 2, ya que aúna lo tétrico del 1 con las escenas de acción que tendría el 3 pero sin ser demasiado exageradas.
Dead Space es una saga que merece ser jugada si te gustan los survival y te apetece algo que recuerde un poco a lo que eran antes los juegos de horror. Es cierto que va perdiendo algo de identidad con cada entrega pero no llega a dejar de ser lo que empezó siendo: un juego excelente.
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