Sé que a muchos de vosotros os da urticaria con solo oír el nombre de un superhéroe en el título de un videojuego, y no os culpo. Lo cierto es que los juegos de justicieros enmascarados nunca fueron productos demasiado elaborados, a excepción de casos muy contados, como los excelentes Batman Arkham o el ya clásico Spiderman 2 para la generación de PS2.
Pero a mí, eso de ir balanceándome con una red por los rascacielos de Nueva York siempre me ha entusiasmado así que he jugado a casi todo juego del trepamuros desde que tuve mi vieja PS1.
Recuerdo estar en un salón del manga en Barcelona con un buen amigo e ir con él a probar una versión de muestra de Web of Shadows. Al principio no esperábamos gran cosa, pero desde el primer salto de Spidey supimos que estábamos ante algo grande. Las animaciones eran brutales, Spidey se saltaba, hacía tirabuzones en el aire, pegaba a los malos con unos combos que parecían sacados del mejor manga de acción (que me perdonen los puristas del cómic pero ver a Spiderman golpeando con una ráfaga de puñetazos o lanzando un disparo de telaraña juntando ambas manos, como haría Ryu con su Hadoken, no tiene precio).
Evidentemente no podíamos estar más contentos y quisimos ir a comprarlo de inmediato. Al final no lo hicimos pero yo acabé consiguiéndolo mucho más adelante. ¿Algo había cambiado? No.
Por supuesto los gráficos ya no se ven tan bonitos como cuando salió, pero Spidey se mueve con la misma agilidad y da gusto echar unas partidas, eliminando villanos con golpes de lucha propios de un super saiyan.
Si eres muy seguidor del cómic y no te gusta ver a tu lanza-redes favorito más poderoso de lo que nunca lo has visto, mejor aléjate de este juego, pero a mí, que las exageraciones de este tipo me encantan, no puedo estar más contento con el título. Después de Dimensions y Edge of Time, Web of Shadows es, sin duda, mi juego favorito del hombre araña.
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